En entrevista con EPA news, Florencia Trujillo, abogada de Ecópolis, da cuenta de la lucha por la libertad de Ramba cuando estaba en poder del Circo Los Tachuelas y su posterior camino a la libertad que culminó en su llegada al Santuario de Elefantes Brasil. -Haciendo un poco de historia por el caso Ramba: tras la denuncia por incumplimiento de CITES, sumado a la querella contra Joaquín Maluenda, por tenencia ilegal y malas condiciones en que era mantenida la elefanta Ramba, ¿qué dijo la autoridad competente al respecto?.
“Como Ecopolis, el año 2011 presentamos una denuncia ante la Contraloría General de la República por incumplimiento de la convención internacional CITES y, por otra parte, interpusimos una querella por maltrato animal ante los tribunales penales. Todo ello en el marco de la campaña Liberen a Ramba, iniciada en agosto de 2010, que involucró a muchísimas personas e instituciones a nivel nacional e internacional.
Ramba en la parcela de la familia Maluenda, propietarios del Circo Los Tachuelas.
La primera acción dio como resultado un dictamen favorable a nuestro reclamo, confirmando la obligación de aplicar la normativa vigente sobre protección a las especies amenazadas (Ley de Caza y Convención CITES) y ordenando al Servicio Agrícola y Ganadero la realización de un sumario para establecer las responsabilidades administrativas correspondientes.
La segunda acción -judicial- dio paso a una serie de peritajes y diligencias de investigación dirigidas por el Ministerio Público, por la entonces fiscal Marisa Navarrete, tras lo cual el tribunal ordenó el retiro de Ramba del inmueble ubicado en La Pintana, de propiedad del dueño del circo, y traslado a un lugar de cuidado temporal, en las instalaciones del zoológico privado Parque Safari, en Rancagua, lo que se concretó en el año 2012, con auxilio de la fuerza pública, y después de infructuosos intentos dada la nula colaboración del circo.
La sentencia condenatoria del magistrado, pronunciada el 20 de marzo de 2013, es una pieza jurídico-ética que explica la comisión del delito de maltrato animal, para el caso de Ramba, por omisión grave en el deber de cuidado, y junto con ello se refiere, latamente, al maltrato animal inherente a los espectáculos con animales de fauna silvestre para divertimento humano. Todos los estudiantes de derecho y abogados, interesados en los delitos medioambientales debiesen leer la sentencia de quien fuese entonces juez titular del Juzgado de Garantía de San Bernardo Milenko Grbic Miranda[1]”.
-Una vez que la justicia estableció la incautación de Ramba, mantenida en ese entonces en un corral en la comuna de La Pintana, ¿cómo se gestó su traslado a las instalaciones del Parque Safari?
“El traslado de Ramba, de La Pintana a Rancagua, fue dirigido en todo momento por el Ministerio Público, y se llevó a cabo los primeros días de enero por orden de un Tribunal de la República que llegó a la convicción de que el último elefante de circo en Chile debía ser -literalmente- rescatado de sus tenedores ilegales.
Las instituciones privadas que participaron en el traslado fueron: el Santuario de Elefantes de Tenneessee, TES, a través de Scott Blais[2] (jefe operativo del traslado), la ONG Ecopolis a través de los veterinarios Javier Aguilar y Sergio Muñoz y el voluntario Tulio Castillo, quienes tuvieron como misión apoyar a Blais en los momentos cruciales de la jornada. El Parque Safari, por su parte, hizo los preparativos (con meses de antelación) para recibir a Ramba en las instalaciones construídas especialmente para ella.
En horas de la tarde, en La Pintana, y estando Ramba ad portas de subir al camión de transporte[3], algunas personas ofrecieron resistencia, obstaculizando el procedimiento, razón que motivó solicitar refuerzos policiales. Fueron momentos tensos que pusieron en peligro el éxito de la incautación, pero la fiscal Navarrete no echó pie atrás, Ramba necesitaba tratamiento veterinario urgente y toma de exámenes.
Gracias a la pericia de Scott Blais, al trabajo de equipo, y al apoyo del Ministerio Público, la operación de traslado culminó exitosamente. De tal modo que, al llegar el camión hasta el nuevo hábitat, todos los presentes fueron testigos de cómo Ramba salió lentamente del container, olfateó el entorno por unos segundos y, luego, con su trompa, recogió un gran “puñado” de tierra que con energía arrojó sobre su cabeza. Ese día fue el día uno del proceso de rehabilitación de Ramba. Por fin tenía la oportunidad de recorrer un espacio con sustrato de tierra y vegetación; una hectárea dentro de la cual se construyó su dormitorio”.
Ramba llega al Parque Safari de Rancagua
-¿Cuáles fueron las instituciones encargadas de la rehabilitación de Ramba, durante todos estos años previos al viaje a Brasil?
“La rehabilitación de Ramba tuvo varias fases, y cada una de las entidades involucradas tuvo una responsabilidad crucial en este proceso:
El Global Sanctuary For Elephants (GSE), el Santuario de Elefantes de Tenneessee (TES), y el Santuario de Elefantes Brasil (SEB), dirigieron, durante estos siete años, la recuperación física y emocional de Ramba, financiaron y contrataron al equipo veterinario chileno que cuidó a Ramba, con dedicación exclusiva, todos los días de la semana. Se capacitó tanto a la veterinaria Carolina Nazar y Hugo Moreno, como a los técnicos veterinarios Consuelo Maldonado y Diego Tapia, supervisando diariamente cada logro en la rehabilitación de Ramba. En Chile no existía este know-how, por ello, sin esta alianza, hubiese sido imposible sustentar sus cuidados.
Ecopolis Disciplinas Integradas, se encargó de proporcionar la alimentación diaria de Ramba (frutas, verduras, heno de calidad, avena, frutos rojos secos, etc.), sus medicamentos, suplementos, vitaminas, así como la gestión en laboratorios de los exámenes clínicos. También adquirió implementos varios, necesarios para mejorar las condiciones de vida de Ramba y sus cuidadores, herramientas, etc. Cabe señalar que el heno debía ser de un tipo nutricional muy especial, que era especialmente encargado a productores de otras regiones.
Parque Safari de Rancagua, proporcionó el hábitat de Ramba, un espacio abierto (no un foso), una hectárea de cerco perimetral que no impedía visualizar un horizonte. En él construyó, con recursos propios, el dormitorio de Ramba bajo especificaciones técnicas (con sistema de contacto protegido, calefactor, luz, agua, etc.). También facilitó el almacenamiento de los fardos de heno para su mejor conservación, realizó el retiro de los desechos orgánicos, la mantención de las instalaciones y, muy importante, la seguridad. Y, por supuesto, recibió al equipo cuidador de Ramba en sus instalaciones.
Me gustaría destacar el hecho de que, a diferencia de los santuarios y de Ecopolis, el Parque Safari no es una organización sin fines de lucro, es una empresa, y no obstante ello, jamás impuso condiciones económicas para ser parte de este esfuerzo mancomunado a favor de Ramba, por el contrario, aceptó el encargo del tribunal y destinó muchísimos recursos a la construcción y mantención del hábitat, gracias a ello Ecopolis y Global Sanctuary For Elephants pudieron cumplir con su parte en los cuidados de Ramba”.
-Después de su incautación por la justicia, ¿cuáles fueron las principales dificultades que enfrentaron en este proceso de rehabilitación de Ramba?
“Debido a las complejidades que requería su recuperación física y emocional (cuidados veterinarios, tratamientos podales especializados, toma de muestras, nutrición adecuada, enriquecimiento ambiental, etc.), desde un comienzo Ecopolis articuló una red de apoyo para Ramba.
Es preciso apuntar que, hasta ese momento (de la incautación, en enero de 2012), Ramba ni siquiera tenía ficha clínica, los peritajes realizados durante la investigación del Ministerio Público (año 2011) demostraron que ella padecía de una serie de infecciones no tratadas, sobre todo en las patas. La auto imagen del imputado como ‘cuidador’ de un especímen CITES contrastaba con su ignorancia sobre el real estado de salud de Ramba, quien ya padecía daño renal crónico tras décadas de espectáculo con una dieta e hidratación inadecuadas.
La enfermedad renal sólo fue detectada una vez que se le hicieron los primeros exámenes, muy probablemente los primeros de su vida[4] (sangre, secreciones de trompa, etc.). En este aspecto, la labor de Ecopolis fue fundamental para financiar y gestionar durante todos estos años los exámenes de Ramba, bajo la prescripción en Chile de su veterinaria Carolina Nazar Puga, y siempre con el apoyo de los santuarios y otras instituciones especializadas en elefantes.
Sin embargo, se debe tener presente que no es llegar y tomar una muestra de sangre a un elefante al que jamás se le ha realizado este procedimiento, lo mismo con las secreciones nasales. Todo ello recién se pudo realizar tras un prolongado y arduo trabajo conductual con Ramba, ¡y por doble partida!:
1° Debió des-aprender sus temores, en un lento proceso fundado en el respeto y confianza con sus cuidadoras (la veterinaria Carolina Nazar y la técnico veterinaria Consuelo Maldonado), respeto de sus necesidades y decisiones, y confianza en que no sería obligada a hacer nada que ella no quisiese, y
2° Se requirió adiestrarla con técnicas de refuerzo positivo, pero no para hacer un espectáculo de piruetas sino para que se dejase manipular (esta vez en beneficio de su salud), y pudiese seguir determinadas instrucciones de las cuidadoras al hacer las tomas de muestras de sangre y secreciones. Todo, siempre, bajo medidas estrictas de seguridad, a través de un sistema de contacto protegido”.
Es importante recalcar que Ramba debió sobrevivir a cada invierno en Chile. El frío extremo en Rancagua hacía que ella eligiera permanecer dentro del refugio, que construyó Parque Safari especialmente para ella, la mayor parte del día y ello significaba tener que vivir en un espacio de pocos m2 sin poder pastar libremente, lo que causaba enrome tedio para ella y muchas veces golpeaba las vallas de seguridad con su trompa. Sus cuidadoras Carolina y Consuelo (GLobal Sanctuary For Elephants) confeccionaban diferentes elementos de enriquecimiento ambiental para mantener su mente ocupada. Dentro del refugio había un equipo de calefacción proporcioado por Parque Safari con revisión técnica anual financiada por nosotros y termo eléctrico de 80 litros de agua caliente que compramos el año 2014. En el acceso instalamos una cortina de gomas traslapadas para evitar que se escapara el calor (con el financiamiento de Global Sanctuary For Elephants) pero en pleno invierno estas no eran suficientes y las cuidadoras debían cerrar el portón de madera y Ramba quedaba totalmente encerrada, sólo así lograba comenzar a mantener el calor y dejar de tiritar. Los inviernos fueron los días más duros de Ramba.
-El pasado 18 de octubre Ramba llegó al Santuario de Elefantes en Brasil, desde Chile. En lo personal, ¿qué significó para ti ese momento?
Fue el comienzo de una vida para Ramba, la última fase de su rehabilitación, ¿cuál fase?, la recuperación de su espíritu de elefante. Salir de Chile fue salir de la burbuja que habíamos creado para ella, una eterna paciente, desgastando sus patas artificialmente, luchando contra los fríos y calores extremos del clima rancagüino, con inviernos y veranos cada vez más inclementes, y en soledad.
Una evidencia palpable del cambio se aprecia en cómo la piel de Ramba muta a un aspecto más saludable sólo una vez que puede exfoliarse e hidratarse naturalmente ¡en el santuario!, lugar que cuenta con los elementos y el clima para ser y parecer un elefante. No es una cuestión meramente cosmética, la salud de la piel en los elefantes impacta decisivamente en su calidad de vida.
La interacción con sus pares, la amistad con Rana para explorar y retozar sobre la hierba tras un baño compartido de agua y barro, rascarse bajo los árboles en un entorno de infinita foresta, inventarse sombreros protectores de musgo o de gravilla húmeda, otras veces de ramas y hojas… vocalizar, ¡comunicarse!.
Su espíritu de elefante, Ramba, lo halló fuera de la burbuja, y lejos del universo antropocéntrico.
Las personas que creen que Ramba era feliz en Chile, no entienden la naturaleza de un elefante ni conocen sus necesidades específicas. Aún existe en nuestra cultura una visión mascotera de los animales, no centrada en sus intereses sino en nuestras expectativas respecto de ellos, pareciera importar más lo que ellos nos hacen sentir que lo que ellos sienten y creo que eso, de un modo u otro, perpetúa la explotación que hacemos de ellos”.
-Ramba hace pocos días falleció en el Santuario de Elefantes de Brasil, ¿cuál es el mensaje que desde Ecopolis quieren entregar al respecto?
“Como Ecopolis compartimos la noticia sobre el fallecimiento de nuestra querida Ramba, sabiendo que muchas personas sentirían un profundo dolor e incluso desilusión por lo breve de su estadía en Brasil. Estamos de duelo y hemos acompañado espiritualmente al Santuario en el proceso de despedida, junto con agradecer la oportunidad brindada a Ramba en estos meses.
Maia y Rana acompañando a Ramba, que yace fallecida en el pasto.
Por supuesto, hubiésemos querido que ella viviese más tiempo en el paraíso terrenal de los elefantes, en Chapada dos Guimaraes, pero también sabemos que no es posible predecir el futuro tratándose de animales rescatados, enfermos, viejitos, o con un historial de vida complejo. Al parecer, Ramba, se fue en el sueño, lo que es consistente con la descripción del lugar donde se encontró el cuerpo. Ahora, el Santuario está a la espera de los resultados de la necropsia cuestión que, probablemente, nos permitirá saber con mayor exactitud la causa de muerte.
El primer mensaje es un llamado a reflexionar sobre el sentido de oportunidad en la toma de decisiones.
Lo cierto es que la decisión del Estado de Chile, respecto de Ramba y el cumplimiento de la convención CITES, llegó con 22 años de retraso. Recordemos que ella fue decomisada por el SAG al empresario circense Eduardo Val, de nacionalidad argentina, dueño del circo Miami, en el año 1997[5]; la razón del decomiso, o confiscación, fue no acreditar -conforme a CITES- el origen legal de Ramba. Ese año, ella debió haber sido rescatada por las autoridades competentes y, sin embargo, continuó materialmente en poder del circo, sin restricción alguna, es decir, se trató de un decomiso de papel, no sólo con Ramba sino con innumerables animales de especies protegidas, utilizados para espectáculo y/o exhibición.
No es sino con la judicialización del caso de Ramba, por querella de Ecopolis (interpuesta en el año 2011 y patrocinada por la abogada penalista Alma Sánchez), que se logra cambiar el destino del último elefante de circo en Chile.
La tardanza en las decisiones de la autoridad también se aprecia en la labor de los legisladores; en el hecho de que aún tengamos una Ley de Circos que autoriza el uso de “animales amaestrados” en la función. Hoy, nuestra legislación permite que, por ejemplo, un circo mexicano, o de otro país, traiga a Chile un espectáculo circense con tigres de bengala, leones o canguros “boxeadores”; no pareciera haber una voluntad política transversal para aprobar de una vez por todas el proyecto de ley que prohíbe el uso de animales en los circos.
El segundo mensaje es instar a las personas para que pidan a los zoológicos chilenos no hacerse de más animales exóticos, de la especie que sea, grande o pequeña, los animales no son felices en una burbuja, ellos tienen derecho a Una Vida. El nuevo paradigma es la conversión de los zoológicos a centros de rescate de fauna nativa y espacios de educación en aulas virtuales, libres de sufrimiento animal”.
Notas aclaratorias
[1] Fragmento de la Sentencia: “Que, es necesario destacar los dichos del imputado en cuanto a que en la actualidad los circos con animales estaban en franca retirada y por ello había retirado a la elefanta hace un año y medio a una parcela para que pudiera descansar. Este Juez considera que todos los animales obligados a vivir en los circos, los tigres, leones, osos, elefantes, etc. viven privados de libertad durante toda su vida y la mayoría de las veces solo salen de sus jaulas, cajas o son liberados de sus cadenas para ser obligados a realizar trucos. Estos animales son individuos que recorrerían cientos de kilómetros si pudiesen para buscar cobijo o comida, y para los cuales no poder disfrutar de grandes espacios abiertos donde correr, caminar, explorar o jugar les ocasiona un sufrimiento inimaginable. […] Al padecimiento físico provocado por la repetición incesante de ejercicios que les resultan muy incómodos y los golpes que demasiadas veces reciben por parte de sus “adiestradores” para que aprendan de manera rápida y sean “obedientes”, se une el dolor psicológico ocasionado por la confusión de no entender muy bien por qué son obligados a llevar acabo dichos trucos. Los elefantes, los tigres, los leones u otros animales nunca andarían en bicicleta, ni atravesarían bolas de fuego, ni sostendrían pelotas por sí mismos, ni estarían disfrazados, estos trucos en realidad son incómodos para ellos, lo hacen en contra de su voluntad y porque tienen miedo de las consecuencias que tendría no hacerlo.” Juzgado de Garantía de San Bernardo, en Causa RIT 8023-2011, RUC 1100479858-0, sobre maltrato animal y comercio indebido de especies CITES,
[2] La esperanza de enviar a Ramba y otros elefantes a TES se desvanece debido a una restricción general de ingreso de elefantes por parte de la autoridad sanitaria norteamericana. Se requieren nuevos centros de rescate para elefantes y para ello se crea el Global Sanctuary for Elephants, con el matrimonio Blais a la cabeza, con la misión de fundar un nuevo santuario, esta vez en Sudamérica, meta que se logra en 2016 con la inauguración del Santuario de Elefantes Brasil, SEB. En febrero de 2017 el SEB pide a las autoridades brasileñas el permiso CITES para importar a Ramba desde Chile, proceso que tardó demasiado tiempo en concretarse dada la burocracia del país amazónico.
[3] Cabe señalar que el entonces concejal por Santiago, Felipe Alessandri, que además se desempeñaba como asesor en La Moneda, hizo las gestiones necesarias para contratar a la empresa de transporte que proveería la carroza de Ramba.
[4] Durante el juicio en contra de Joaquín Maluenda, que concluyó con una sentencia condenatoria por maltrato animal, el imputado no pudo demostrar la existencia de exámenes clínicos realizados a Ramba, tampoco se acompañó una ficha clínica del animal, ni evidencia alguna de haber adoptado cuidados médico veterinarios propios de la especie.
[5] Al año siguiente, 1998, -y estando Ramba decomisada, al menos en el papel- Eduardo Val la vende por 30 mil dólares a Joaquín Maluenda Quezada (acto que adoleció de objeto ilícito), quien la utilizará como parte de su espectáculo y gancho de atracción al público por más de una década.